Ha habido un robo y profanación sacrílega de las hostias consagradas. No dice donde ni fecha, pero la gente, los fieles, se han reunido para hacer un acto de desagravio por tal crimen. Toma el predicador el tema bíblico de: «Hereditate possideamus sanctuarium Dei» (SaL. 82, 11) y «Quanta malignatus est inimicus in sancto!» (Sal. 73,3). El predicador, siguiendo el ejemplo de Cristo en la cruz, pide también el perdón para el ladrón y sacrilego.